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El rendimiento de un equipo depende de la alineación entre cuatro variables clave: los objetivos comunes, las tareas a realizar, las funciones a desempeñar y los roles asignados. En un entorno con diversas personalidades, es crucial que cada persona se enfoque en sus fortalezas, compensando las carencias de otros. Así, el equipo se enriquece y se vuelve más fuerte, pero requiere un liderazgo que dedique tiempo y esfuerzo a gestionar su capital humano.
Para entornos técnicos en compañías pequeñas en los que no hay sistemas de gestión de personas excesivamente sofisticados, es muy útil apoyarse en los sistemas DISC (Dominance, Influence, Steadness, Compliance) que nos ayudan a definir a la perfección los distintos perfiles de personalidad en función de sus orientaciones laborales.
A continuación, te presentamos las claves esenciales para conseguir un equipo de alto rendimiento en tu empresa:
El/a trabajador/a debe sentirse seguro/a dentro de la empresa y de su equipo. De este modo, se consigue que todos sean capaces de comunicar libremente nuevas ideas, sin miedo ni vergüenza. Esto fomenta un entorno de comunicaciones abiertas y creativas. La participación de todos los miembros del equipo en la toma de decisiones será muy importante para que todos/as se sientan importantes y tengan un sentimiento de pertenencia a un grupo.
La empresa debe ser clara en sus comunicaciones externas pero también de cara a sus trabajadores/as. Por ejemplo, también debe haber una transparencia en cuanto a nuevos nombramientos, definición de roles, problemas financieros, problemas internos, entre otros. De este modo se consigue un mejor ambiente laboral y que sus empleados/as tengan más confianza hacia la empresa y sus líderes.
Los/as miembros del equipo deben tener buena relación entre ellos/as. Es importante trabajar el liderazgo y la admiración entre ellos/as, evitando posibles rivalidades o competencias entre ellos. Se debe fomentar el respeto y el trabajo juntos/as. Ahí es cuando se crea el verdadero valor de espíritu de equipo.
Los equipos deben tener siempre un feedback de su trabajo. Dar la enhorabuena cuando se trabaje bien, tanto en equipo como individualmente, ayudar cuando alguien se equivoca y aprender juntos/as de un mal resultado. Las diversas actividades para mejorar el rendimiento pueden ser una gran herramienta para fomentar esta cultura.
Los objetivos deben ser comunicados con antelación, debe haber un consenso en el equipo y hay que medir su evolución conjuntamente. Con todo esto se consigue que todos los equipos y miembros estén alineados frente a un mismo objetivo y trabajen todos juntos hacia su consecución
A la hora de buscar nuevo talento, es recomendable buscar perfiles que añadan valor al equipo, que aporten nuevas visiones. De este modo se consiguen equipos con más visión y perspectivas. Por ejemplo, contratar a una persona cualificada que, aunque no haya trabajado en el mismo sector, conozca muy bien el producto porque es usuario habitual. Lo importante es tener diferentes puntos de vista en perfiles más o menos cualificados dentro de un mismo equipo, así se podrán conseguir más ideas a la hora de buscar innovación.
La claridad en el proceso hace que la gente sepa el camino para lograr el éxito, lo que implica rapidez en el aprendizaje y menor resistencia a los cambios. Un profesional que conoce el proceso es una persona más productiva.
Conseguir un equipo de alto rendimiento es un proceso a largo plazo, con resultados asegurados en el tiempo. La confianza, la motivación y el buen entorno laboral son esenciales para mantener a los equipos trabajando de manera eficiente y alineados con los objetivos comunes. Recuerda la importancia de mejorar tus soft skills para destacar sobre el resto.