Los valores, intangibles pero perceptibles, son la base de cualquier empresa que se precie. Sin embargo, es fundamental que todos los miembros de un equipo los interpreten de la misma manera para que estos cobren sentido. Estos valores quedan  definidos desde el momento en el que se produce una unión, una cohesión de equipo, y esto ni pasa de moda ni se debería permitir. Se deben adaptar a los tiempos, a las personas, pero siempre nos persiguen y nosotros los seguimos.

Si todavía no sabes de qué estamos hablando… los valores son principios que definen la cultura corporativa de cada empresa. Cualquier principio moral y ético puede ser considerado como un valor y las empresas buscan posicionarse en ellos. Se identifican a sí mismas y al mismo tiempo a sus empleados, quienes deben reflejar estos valores tanto de manera interna como de cara al exterior.

Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Esto también lo debe aplicar una empresa a la hora de definirse porque identificarse con demasiados valores puede resultar confuso para todos sus públicos y la imagen que perciban éstos de la empresa debe ser clara y concisa. Las compañías carecerían de credibilidad y objetividad al no estar enfocadas hacia principios morales concretos, y este es un riesgo que no pueden correr. Esta es la razón por la que la mejor manera de conectar con todos los tipos de público, tanto internos como externos, es orientar los valores hacia las personas y ajustarlos a la realidad con el fin de humanizar la marca. De esta manera, conseguiremos que los empleados de la propia empresa sean los primeros en sentirse identificados con los valores, y si no es así se debe trabajar en acciones que permitan su cambio a largo plazo.

Sin embargo y aunque suene contradictorio, los valores siempre deben existir pero es importante que las compañías no los impongan  porque pueden entrar en conflicto con la forma de pensar y actuar de los propios trabajadores y puede ser que no los interioricen ni apliquen de la forma esperada. Por eso, es aconsejable realizar esta definición de manera conjunta para estar y trabajar todos siguiendo la misma sintonía, de ahí la importancia de este concepto.  

Dicho esto, confirmamos que los mejores embajadores de una empresa son sus empleados, y el hecho de que sean los principales portadores de estos valores ayuda a que cualquier candidato pueda sentirse identificado con ellos, y lo mismo para algunos clientes o posibles clientes. Esto ayudaría a tejer y ampliar una red importante de contactos con múltiples beneficios para las empresas.

Pero… del dicho al hecho hay un trecho. Pues que sea lo más corto posible cuando se trata de comportarse según determinados valores. Éstos no deben ser sólo palabras sueltas, deben ser demostrados; y la mejor manera para certificarlos es a través de la realización de encuestas anónimas por parte de los empleados. Cuanto más baja sea la puntuación recibida, más acciones deben ser consideradas para trabajar los valores que identifiquen a una empresa.

En definitiva, trazar los valores de un negocio no solamente ayuda a que trabajadores, proveedores y clientes puedan sentirse identificados con ellos y actúen en consecuencia, sino que se podría considerar el primer esbozo del éxito para construirlo sobre unos cimientos firmes y realistas.

 

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